lunes, 11 de febrero de 2008

LUNES 1 DE DICIEMBRE DE 2003

MEMORIA ACTIVA –

Ha tomado estado público la difusión, por parte de la DAIA, con fecha 25 de noviembre de 2003, una nota de reconocimiento a la Dra. Marta Nercellas, suscripta por los Sres. José Hercman, Presidente; Julio Toker, Secretario General y Jorge Kirszenbaum, Vicepresidente Segundo. El quinto párrafo de esta comunicación dice textualmente: “a lo largo de estos difíciles y dolorosos años de lucha compartida en pos de la justicia para nuestros mártires asesinados por manos terroristas, hemos podido comprobar día a día su talento profesional, su coraje y, por sobre todas las cosas su conducta intachable”. Sólo vamos a referirnos a tres palabras del mencionado párrafo: “nuestros mártires asesinados”.

Nos preguntamos: ¿En qué momento, en cuál circunstancia, a partir de qué acto de transferencia; en cuál documento de representación los suscriptos, representantes de la entidad que presiden, pueden testimoniar públicamente en nombre, así lo dicen, de “nuestros (por la DAIA) mártires asesinados”?.

Jamás les otorgaríamos esa representación en nombre de nuestros familiares y de su sagrada memoria. Les vamos a decir por qué.

En nuestra opinión, la DAIA, a partir de la conducción del Dr. Rubén Beraja y hasta la fecha a través de las distintas representaciones legales ha defendido una investigación que calificamos de desastrosa, que ofende a la justicia y sobre todo a nuestros muertos. El Dr. Galeano, juez de esta causa defendido por la DAIA, es parte relevante de la metología de encubrimiento que se ha desarrollado durante estos 9 últimos años y parte de la estructura de impunidad que reina en nuestro país. Recién en estos momentos se inenta modificar esta situación. Recién ahora aparecen los gravísimos testimonios de la SIDE. La conducta del Dr. Galeano y la investigación del caso AMIA, han sido cuetionados por la opinión pública en general, por personalidades de nuestro país y del exterior, por escritores, artistas, músicos, pensadores, maestros, políticos, religiosos, periodistas, agrupaciones de derechos humanos de aquí y del exterior en la Plaza de la Memoria, donde estamos ahora.

Desde Elie Viessel a Ernesto Sábato, desde Mercedes Sosa a Ignacio Copani, desde Estela Carlotto a Mitilde Mellibovsky, desde Adolfo Perez Esquivel a Daniel Goldman, desde el Dr. David Baigún a Monner Sanz.

Nuestra agrupación ha pedido que el Dr. Galeano sea apartado de la causa, recusándolo y la diputada Nilda Garré ha solicitado su juicio político. La instrucción está plagada de barbaridades jurídicas.
El perfil de los testigos protegidos que no están incorporados a la justicia argentina es una verguenza. La nómina de disparates, ocultamientos y pérdidas de tiempo en el llamado a testigos e investigación de pistas es tremenda. Esto ocurre a 9 años de la mayor masacre ocurrida en nuestro país en democracia.

Nos preguntamos ¿cuales son los motivos reales de la actitud que ha tomado la DAIA hasta la fecha?; ¿en nombre de quién lo han hecho?.
Si han descubierto que hay algo por encima de la justicia sería bueno que nos lo hagan saber, hace más de 2000 años que en el pueblo judío se piensa que no.

Quizá crean que a nosotros nos place cuestionarlos. O quizás crean en la falacia de que estamos buscando beneficios económicos a través de la causa presentada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. En la primer página de este documento hacemos renuncia explícita a toda retribución económica. Esta presentación ha sido firmada a su vez por el CELS y el CEJIL.

O creen también, como ha sido manifestado en varias oportunidades, que defendemos a los delincuentes procesados de la policía de la Provincia de Buenos Aires, de esa maldita policía, que a nuestro entender, deberían estar 1000 años presos por los crímenes que cometieron, pero probados por la justicia, no comprada su presunta culpabilidad por un juez nacional, que con este procedimiento se pone a la altura de ellos.

En este encuadre los dirigirentes de la DAIA se permiten decir “nuestros mártires asesinados”. Ni son mártires, ni les pertenecen. Han sido asesinados porque no se hizo justicia en el primer atentado a la Embajada de Israel. Han sido asesinados porque no hay justicia ni seguridad en nuestro país. Nuestros familiares no les pertenecen en lo más mínimo. En un acto perverso se han apropiado de su simbolismo y de su sagrada memoria, ignorando a las familias reales. Y encima de eso lo hacen utilizando nuestros muertos para justificar su actitud en estos 9 años.

Esta comunicación será enviada a todos los organismos de derechos humanos, entidades, sindicatos, personalidades del arte y la cultura, que han adherido públicamente a nuestra causa.

No hay comentarios.:

Smartlinks